En numerosas ocasiones cuando se piensa en la revisión de un vehículo no se suele mencionar el filtro de partículas y verdaderamente es una pieza fundamental de los vehículos diésel. El filtro reduce al menos un 99% los gases contaminantes que se emiten durante la combustión y por eso es tan imprescindible en la mecánica de un coche.
Los expertos afirman que los motores diésel emiten una menor cantidad de contaminación que los vehículos de gasolina, debido a que consumen menos combustible y tienen un mayor rendimiento. Sin embargo, también emiten pequeñas emisiones altamente contaminantes y peligrosas que pueden llegar a ser cancerígenas.
El filtro de partículas es un dispositivo incluido en todos los vehículos diésel modernos. Está formado por paredes rugosas y se encarga de eliminar las partículas tóxicas generadas por estos motores.
También es conocido como FAP (Filtro Anti Partículas) o DPF (Diesel Particle Filter) por sus siglas en inglés.
Anteriormente la legislación no contemplaba estos problemas ambientales hasta que se puso en vigor la Norma Euro V del año 2007. A partir de este momento se comenzó a fabricar vehículos con el filtro de partículas incluido. Y finalmente, con la Norma Euro VI, se exigió a todos los vehículos incluirla de forma obligatoria. Este es el motivo por el que hoy en día la mayoría de los vehículos diésel que circulan por las carreteras europeas tienen instalada esta pieza.
Es un elemento que está situado en el interior del tubo de escape que retiene todas las partículas sólidas originadas por la combustión. Cuando el filtro está lleno de partículas (carbonilla) el dispositivo las incinera mediante un proceso llamado regeneración.
Este proceso está controlado mediante un sistema electrónico que se encarga de activar la regeneración de forma automática. Durante este proceso es normal que el motor emita un sonido más grave y que el consumo de combustible aumente un 10%.
Normalmente para que el filtro de partículas trabaje eficientemente es importante que el motor del coche trabaje por encima de las 2000 o 2500 revoluciones por minuto durante 15-20 minutos. En este período de tiempo, es cuando verdaderamente aumenta de una forma considerable la temperatura del sistema a 550 grados centígrados aproximadamente y se pone en marcha la incineración de partículas.
El filtro empieza a fallar cuando no se circula el tiempo suficiente a las revoluciones indicadas. En numerosas ocasiones es porque se utiliza el vehículo para hacer trayectos cortos o porque se arranca y apaga el motor con mucha facilidad.
¿Cuál es el problema? Si el filtro de partículas no consigue hacer bien su trabajo, no funciona adecuadamente y el proceso de eliminación de gases es incompleto. Esto puede generar daños en el motor y por eso es necesario llevarlo al taller y plantearse un cambio de filtro.
Independientemente de que funcione bien o mal, los fabricantes recomiendan sustituir el filtro de partículas por uno totalmente nuevo cada dos años o cada 40.000 kilómetros aproximadamente.
Es totalmente recomendable sustituir la pieza por una completamente nueva antes que limpiarla, ya que con la limpieza no se eliminan completamente todas las partículas y en su reparación se podría dañar el motor o el propio filtro.
¿Cuáles son las averías más típicas del FAP? Aquí tienes un diagnóstico que puede ayudar a detectar cualquier tipo de fallo o avería en el filtro de partículas.
Es recomendable prevenir posibles averías y cuidar el vehículo, por ello para largar el ciclo de vida del filtro se aconseja lo siguiente:
Para finalizar, como se ha comentado durante el artículo, el filtro de partículas es un dispositivo fundamental para evitar la contaminación y es totalmente necesario para poder pasar la ITV. Por ello, recomendamos mantener el DPF limpio, en buen estado y visitar el taller cuando se detecte algún síntoma negativo.
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